ESTA ES EL AVE DE LA IMAGINACIÓN
- pájaro hermético
- 4 ago 2020
- 2 Min. de lectura

“Mi domicilio exacto son los sueños” fue el primer verso que descubrí al leer por primera vez el poema Híkuri de José Vicente Anaya. Aún recuerdo ojearlo con entusiasmo y toparme con esa frase que me pareció una revelación que bien podría calmar la sed de quien busca la experiencia mística en medio de la intermitencia de las ciudades. En los pasillos de las facultades, en las escaleras de una biblioteca pública, en la larga espera de los bancos, al mirar por la ventana de los camiones que nos llevan y traen del parque principal a casa y de casa a cualquier parte. Los sueños están en todos lados, su domicilio en un interior que se desconoce pero se intuye, se busca, se escarba, y mientras más se camina, más se desvanece. Los sueños, en palabras del poeta, nos iluminan y la poesía finalmente es ese faro en “la noche del mundo”.

Es una ironía retomar la actividad de este espacio justo cuando quien inspiró su existencia ha dejado de habitar la calle vertical, su bulla, su confusión, su desorden. José Vicente Anaya falleció este sábado primero de agosto y su hija no pudo describir de mejor forma su partida: "Salimos del hospital y llegamos a casa a descansar, falleció pacíficamente en su domicilio exacto que son los sueños”.
No podemos dejar que su memoria pase desapercibida, su poesía, sus ensayos. Para quienes han leído Híkuri y Peregrino, sabrán que la palabra es búsqueda y experimentación. Pero también es camino, ritual, es visión, subversión, observación de las cosas, movimiento circular ante el reposo. Acudiendo a su memoria esperamos que el ave de la imaginación continúe su vuelo hacia el motivo de la vida, hacia las libertades más humanas y que la PALABRA nos brinde la mirada de los amantes que buscan o padecen lo inesperado…
Caminando contigo la ciudad es nueva:
A nuestro paso las calles se van construyendo.
Los edificios adquieren formas que
los arquitectos jamás han pensado. Y
es verdad. Es cierta esta locura de
reconstruir el mundo, porque dos enamorados
no merecemos estas calles grises.
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