LOS DEAD KENNEDYS: DE LAS TEORIAS CONSPIRANOICAS AL PUNK
- pájaro hermético
- 10 ago 2020
- 4 Min. de lectura
¡HAY QUE MATAR A LOS POBRES! ¿O ACABAR CON LA POBREZA?

El sol brilla en un nuevo día
Dentro de la cultura popular se suele conocer como “teoría de conspiración”, como su nombre lo indica, a una teoría o discurso alterno al oficial, que sirve para explicar toda una serie de acontecimientos de carácter político o social y que tienen relevancia en el curso de la historia, y que además, parecen dar sentido a sucesos que se nos escapan de la comprensión, aunque muchas veces carezcan de un sustento “racional”. Está de más recordar que muchas veces, la delgada línea entre realidad y ficción suelen ser superadas por los acontecimientos sociales y que a través de la historia, mito y fantasía, percepción y sensación, historia y leyenda, suelen dar pie al nacimiento de narraciones, que tal vez y solo tal vez, en un futuro pudieran ser percibidas como profecías, premoniciones, y que más de una vez nos hagan repetir la frase “Los Simpsons lo hicieron otra vez” (Aquí va un guiño nietzscheano).
He aquí el brillo del champán, el índice de criminalidad se fue, siéntete libre otra vez
En 1980 la banda de punk californiana, los Dead Kennedys, lanzaban su álbum “Give me convenience or Give me death” con su tercer sencillo “Kill the Poor” (matar a los pobres) donde Jello Biafra, líder y vocalista, narra una historia donde el protagonista es parte de una elite socioeconómica que propone un novedoso método para acabar con la “antiestética” pobreza y así rescatar de la miseria a “nuestro” país. Este concepto, nada nuevo en la literatura, y mucho menos en el imaginario colectivo, se ha venido repitiendo una y otra vez a lo largo de la historia y pareciera que recientemente se ha vuelto imperativo lograr que esa imagen sea considerada como un producto de la fantasía y mera ficción. Solo hay que pensar en la cantidad de películas que nos han venido presentando de manera continua, utilizando como carnada la incertidumbre que causa en las personas la complejidad de los procesos sociales, siendo “La purga” uno de los más claros ejemplos. La historia nos dice que las masacres nunca han sido resultado de la casualidad. «He amado una calle que tenía las tripas del Líbano alineadas como dibujos, espejos, amuletos» nos dijo el poeta Adonis.
Por fin tenemos más espacio para jugar
Hoy en día, la pandemia del Covid-19, no se ha salvado de esta situación y ha dado pie a la proliferación de innumerables teorías “conspiranoicas”. La más repetida en redes sociales, nos indica la posibilidad de que el virus no sea mas que el producto de un experimento biológico, patrocinado por una elite o un reducido grupo de poder y que su única misión es reactivar el proceso de regeneración del sistema capitalista, que cada diez o quince años, necesita de una profunda crisis que reactive y fije la confianza de las masas en el sistema neoliberal. Pues será el sereno, diría Doña Elena. Lo que es una realidad, es que la pandemia nos ha demostrado que la población más vulnerable, más allá de la población adulta, son todas aquellas personas que tienen dificultades para acceder a sistemas de salud efectivos, quienes carecen de una economía estable que permita satisfacer sus necesidades más básicas, quienes no tienen acceso a los bienes y servicios necesarios para afrontar una situación de tal magnitud, quienes se quedaron sin empleo, quienes no tienen para pagar la luz y la renta, quienes no tienen acceso a información clara y fidedigna que les permita la reflexión, en fin, todas aquellas personas que debido a estas circunstancias somos catalogadas como “pobres”.
La eficiencia y el progreso son nuestros una vez más
Acabar con la pobreza es una misión que ha dado vueltas en los discursos oficiales de un sinnúmero de personajes políticos a lo largo de la historia moderna de la humanidad. Y es precisamente esa misma historia la que nos demuestra que no basta la retórica (la labia) o tener cara de “buena gente”, ni mucho menos las buenas intenciones, para lograr esta tarea que debido a sus intentos fallidos (si es que alguna vez se ha intentado con la finalidad de lograrlo) nos parece algo lejano, producto de la ficción o de la fantasía. ¿Cómo lograrlo si la deuda externa, el fin de siglo y la ausencia de piso parejo, no causa indignación? Y si indigna es asunto de un ardor impropio, de calentura ajena, de falta de iniciativa, de no levantarse temprano. Pero a fin de cuentas ¿por qué habría de indignar si es más importante el precio de lo que justifica mi incompetencia, la indiferencia de confundir las calles con el hambre, por qué habría de indignarte el rechazo, el sabotaje, el aroma de la multitud? Todos los días muere un amigo, un vecino, el desconocido. ¿De qué manera o qué tanto han alterado los sistemas financieros y bancos nacionales la forma en que se abraza a una madre, que se desnuda la flor de sálvese-quien-pueda?
Dame comodidad o dame muerte
En pleno 2020, y desde su cuenta en YouTube, Jello Biafra continúa denunciando a esa elite, que a su parecer, intenta acabar con los pobres de una u otra manera. El álbum “Give me convenience or Give me death” continua siendo de culto dentro del circuito punk que apenas logra reconocerse en los oídos del mainstream. Las bombas siguen siendo rápidas, anónimas y eficaces. La línea entre realidad y ficción vuelve a ser cuestionada desde el ámbito de la moral (que inquisidoras nos resultaron las luchas sociales) Mientras tanto, no encuentro otra solución que tomar una fresca coca cola, mientras miro estallar a Beirut y pienso en las detonaciones que secuestran la paz de mi padre. ¿Cuánto más durará esta ley seca?
Agustín de las Ausencias
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